Comunicación Institucional, Notas de tapa

La revista de la UNSAM: ¿Cuál es el futuro de los humedales?

En esta edición podrás encontrar además un informe sobre los fondos buitre; una entrevista a Aníbal Pérez Liñán, referente de la nueva ola de politólogos internacionalistas; una nota sobre el trabajo de TAREA-IIPC; y otra sobre el nuevo centro de Biotecnología Ovina de la UNSAM. Leela online.

Las reservas de agua dulce y biodiversidad son vitales para el planeta, pero están amenazadas por el cambio climático y el avance de las fronteras agrícola, ganadera e industrial. El 3iA presentó una propuesta de mejora al proyecto de Ley que se tratará en el congreso, y que promueve la conservación de estos ecosistemas.

Por Camila Flynn. Fotos: Archivo 3iA y Pablo Pecora.

El desafío para la Argentina es llevar adelante un desarrollo productivo que incorpore criterios racionales de sustentabilidad, en un marco de gestión que garantice la preservación de regiones clave como los humedales, para que no se deterioren o extingan por falta de una visión estratégica o por intereses sectoriales. En este contexto, una ley nacional que promueva la conservación y el uso sustentable de estos ecosistemas surge como una herramienta fundamental para garantizar servicios ecosistémicos invaluables.

Así lo explica la ecóloga Patricia Kandus, directora del Laboratorio de Ecología, Teledetección y Ecoinformática del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA), que en septiembre participó junto a los investigadores Priscilla Minotti y Rubén Quintana de una reunión con asesores de la Comisión de Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios de la Cámara de Diputados para contribuir con observaciones técnicas a la futura Ley de Presupuestos Mínimos sobre Humedales, que ya tiene media sanción en el Senado.

Se trata de una iniciativa parlamentaria única en Latinoamérica, que se suma a la larga lista de acciones para la conservación y el uso sustentable de los humedales gestada en las últimas dos décadas por investigadores de distintas universidades del país, y técnicos de instituciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, en la que los investigadores de la UNSAM han tenido participación.

–¿Qué diferencia al humedal del resto de los ecosistemas terrestres?

–Desde el punto de vista técnico-científico, los humedales son ecosistemas que tienen agua en su superficie por considerables períodos de tiempo, a causa de los desbordes fluviales, del aporte de lluvias o del agua subterránea, en forma somera pero que a veces alcanzan muy buena profundidad. Estas características los diferencian de los sistemas terrestres, pero también de los sistemas acuáticos, que son cuerpos de agua permanente y mucho más profunda. El humedal puede ubicarse en el borde de estos cuerpos de agua: toda la zona intermareal de la costa atlántica es humedal, la planicie de inundación del Paraná también, las vegas que hay en la Puna –cuerpos de agua cubiertos de vegetación que funcionan como oasis en un entorno árido y garantizan la pastura para el ganado de los habitantes locales–, los márgenes de lagos como el Nahuel Huapi, etc. La Convención RAMSAR para la conservación de los humedales aporta una definición más amplia, que incluye los cuerpos de agua profunda continentales como el lago Nahuel Huapi –y en la costa marina hasta los 6 metros de profundidad–. La Argentina suscribe a este tratado intergubernamental, acordado para mantener las características ecológicas de los humedales de importancia internacional y para planificar su uso racional o sostenible.

–¿Cuáles son las particularidades de los humedales del delta del río Paraná?

–Sudamérica es esencialmente un continente fluvial, con sus tres grandes cuencas –Orinoco, Amazonas y Paraná–, que transportan enormes volúmenes de agua y tienen, a diferencia del resto de los ríos del mundo, amplias planicies de inundación. Esas planicies pueden definirse como un gran mosaico de humedales, algo que no encuentra equivalentes en otros lugares del mundo. La región del delta es la porción final del Paraná y un sistema muy interesante por la complejidad que tiene: es parte de la planicie de inundación del Paraná pero además es un humedal costero o delta, influenciado por las mareas lunares y eólicas y por las corrientes del Río de la Plata. Junto con el río Uruguay, el río Paraná y el Delta son receptores de las aguas provenientes de las cuencas hidrográficas de cuatro países subtropicales y templados que conforman la Cuenca del Plata, de complejos de humedales mundialmente reconocidos como el Pantanal brasileño y el Iberá en nuestro país.

–¿Qué servicios ecosistémicos ofrece la región?

–El Delta tiene una larga historia de usos, que se fueron dando acoplados a los pulsos naturales de inundación. Uno de los servicios más importantes tiene que ver con la amortiguación del flujo de agua del río Paraná que va hacia el mar. Lo que hacen los humedales fluviales es retardar estas corrientes, reteniendo por más tiempo al agua en el continente. Esto se traduce en disponibilidad de agua dulce y en desarrollo de biodiversidad: multiplicación de la vegetación y la fauna silvestres, crecimiento de bosques nativos, aves que utilizan el recurso acuático para nidificación y alimento, reproducción de animales como carpinchos, nutrias, yacarés, y peces que en muchos casos son de gran valor comercial, como el sábalo. Este último es migrador y realiza una parte importante de su ciclo de vida en las lagunas que quedan en la planicie en aguas bajas, regresando a los cauces cuando las lagunas se conectan en la siguiente creciente. Este pez es un insumo importantísimo para las comunidades de pescadores artesanales de Rosario, Paraná, Santa Fe, Ramallo, San Pedro.

–¿Hoy este ecosistema está en riesgo? ¿Quiénes son sus principales enemigos?

–Los cuadros más críticos que hoy tenemos en el delta están asociados al escenario agrícola-ganadero y al desarrollo urbano-industrial. En los últimos años hubo un importante avance de la frontera agrícola en todo el país y esto impacta en las planicies del Paraná, que son tierras que hasta hace no mucho se consideraban inútiles desde el punto de vista de la tecnología terrestre. Qué es lo que pasa ahora: la expansión de la frontera agrícola obliga a un desplazamiento de la ganadería hacia estas zonas marginales. Desde el punto de vista nutricional forrajero, las pasturas que ofrece el delta son excelentes. Pero de una ganadería estacional –que acompañaba el ritmo de las crecidas– ahora pasamos a una ganadería permanente y con alta carga. Y como no hay otro lugar en donde poner las vacas en ámbito terrestre, ocurre que en algunas zonas se genera una presión de sobrepastoreo, con más cabezas de ganado de las que el suelo soporta, con la pérdida de la cobertura vegetal y el consiguiente riesgo de pérdida de capacidad de amortiguación o incremento de erosión hídrica cuando ocurren crecientes. Por otro lado, cuando vienen las crecidas los productores no tienen dónde llevar a las vacas, porque en tierra firme la mayor parte de los campos se reconvirtieron a agricultura.

–¿Eso se resuelve modificando la geografía natural?

–Los productores construyen polders (localmente conocidos como diques), que son terraplenes que cierran una parte del humedal impidiendo el paso del agua. Pero esto se traduce en una reducción de la superficie del humedal. Y si bien esta tecnología no es nueva, hoy sabemos que no es la mejor: en épocas de crecida, el polder a veces no resiste la presión del agua y se inunda, y después, cuando el agua baja, frecuentemente se generan problemas de déficit hídrico en su interior: la vegetación deja de crecer y la zona comienza a comportarse como si fuera un sistema terrestre. Más aún, la falta de planificación regional en cuanto a la dinámica del humedal hace que las obras de infraestructura en muchos casos afecten no sólo el sitio sino a los vecinos. Se pierde el humedal. En Holanda, ejemplo de desarrollo productivo sobre polders, los hicieron argumentando que la tierra firme era escasa y hoy existen programas gubernamentales que incorporan una mirada crítica sobre la sustentabilidad actual de esa forma de desarrollo. Otro ejemplo dramático sobre la importancia de la conservación de humedales ocurrió con el huracán Katrina en Nueva Orleans.

–¿No hay otras zonas que puedan aprovecharse?

–Justamente, la pregunta que nosotros nos hacemos como investigadores es qué necesidad hay de transformar los humedales en sistemas terrestres cuando tenemos un país con mucha superficie aprovechable. Los humedales ocupan en forma estimativa un 20% de la superficie del país. En el mundo, en cambio, apenas llegan al 5 o 7% de la superficie. ¿Por qué dilapidar este recurso en aras de intereses sectoriales cuando está en juego el interés público? Hacen falta políticas que permitan el traslado del ganado a tierra firme cuando llega la creciente. Esto sería algo mucho más racional. En los últimos años, los polders (antes localizados únicamente en el bajo delta para actividades forestales) se expandieron en forma notable y en muchos casos para hacer cultivos como la soja o el sorgo, con altos valores de mercado. Un tema crítico aquí es que se utiliza el mismo paquete tecnológico que en tierra firme, sin medición de las consecuencias de la introducción de agroquímicos en un sistema donde el principal protagonista es el agua dulce. Suelen ser consorcios empresariales que construyen diques y terraplenes sobre superficies enormes. Junto con la Fundación Humedales hicimos un mapa de los polders que hay en el delta y hasta el 2010 estos cubrían aproximadamente el 12% de la región, generando procesos encadenados que el ciudadano común y los actores políticos por lo general desconocen.

–¿Qué sucede con el desarrollo urbano industrial?

–La mayor parte de los desarrollos urbanos está en las cuencas que van hacia el delta (ríos Reconquista, Luján). Pero ahora también se está empezando a construir en el delta, particularmente en el sector bonaerense. Como hasta hace poco los humedales se consideraban tierras no productivas, algunas zonas se lotearon, se vendieron muy baratas, se hicieron “mejoras” y se construyó. Son los llamados barrios cerrados, marinas. En muchos casos el terreno se levanta con tierras donde se forman lagunas artificiales, frecuentemente con aguas salobres emergentes de perforaciones profundas y que ponen en riesgo la calidad de las aguas. Por otro lado, los parques, las lagunas, suelen mantenerse con insumos químicos que pueden terminar en el agua. Aclaro que nosotros trabajamos como ecólogos investigadores para acompañar con herramientas de sustentabilidad un desarrollo productivo y para establecer criterios de planificación territorial que acompañen la producción en geografías tan particulares como estas. El país merece un desarrollo productivo, lo que no tenemos que hacer es cometer los errores de otros países como los Estados Unidos y algunos de Europa que liquidaron entre el 50 y el 100% de sus humedales, y hoy invierten sumas millonarias en proyectos de remediación y restauración para recuperarlos.

–¿Por qué es importante una Ley de Presupuestos Mínimos sobre Humedales?

–La gestión de la ley fue inicialmente promovida por la Fundación Humedales, sobre un trabajo que desarrollamos con ellos en forma sostenida desde 1997, en aquel entonces desde la UBA, junto al Grupo de Recursos Acuáticos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Desde el inicio, nosotros aportamos los criterios técnicos. Consideramos que esta ley tiene una incidencia directa en la gestión de los humedales y su ordenamiento territorial. Su promulgación es importante, no hay otra igual en Latinoamérica. Los humedales son los ecosistemas que mayor número de servicios aportan a la humanidad, involucran grandes volúmenes de agua y, entre otras cosas, garantizan su regulación y el mantenimiento de su calidad. Además, la promulgación de una ley así es coherente con los compromisos internacionales que el país adquirió en distintas convenciones como la Convención sobre los Humedales, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención sobre Cambio Climático, la Convención de Lucha contra la desertificación y la Convención sobre Especies Migratorias.

 

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Nota actualizada el 13 de noviembre de 2014

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