Nanni Strada

Escuela de Arte y Patrimonio, Notas de tapa

Último workshop de “UNSAM + 6D”, con Nanni Strada

La diseñadora italiana que del 3 al 10 de noviembre ofrecerá en la UNSAM el workshop “La elegancia del híbrido o mestizaje de elementos en la moda” habla sobre su trayectoria profesional y adelanta algunos de los temas que abordará en el marco del Programa Internacional de Talleres y Conferencias en Diseño Avanzado “UNSAM + 6D”, que continúa en 2013.

Texto y entrevista: Camila Flynn / Equipo de Comunicación UNSAM

Nanni Strada inició su carrera en los años ‘60, momento en que el fenómeno del Italia Fashion Design se expandía a nivel mundial. Fue una de las primeras mujeres en diseñar para autores como Missoni e Cadette, Fiorucci, Dior y Saint-Laurent, cuyas innovaciones textiles configuraron una de las industrias más sofisticadas de Europa. Trabajó además para firmas lujosas como La Perla, aportando su especial visión del diseño a la confección de lencería.

El dibujo fue una de sus primeras pasiones, razón por la cual sus padres decidieron inscribirla en la única escuela de moda que por ese entonces existía en Milán, ciudad en la que hoy vive y trabaja. Aquellos años le sirvieron para afianzar su talento y disposición artística en el plano del diseño: cosechó elogios, premios y publicaciones antes de cumplir los veinte.

En un español fluido que aprendió en Argentina en entre los seis y los catorce, Strada cuenta que en los ‘70 se alejó del mundo de la moda: sus inquietudes básicas poco tenían que ver con la cultura de lo fashion, que de pronto sintió superficial. El diseño debía ir más allá (o más acá) de los cánones tradicionales de belleza, a menudo limitados por estereotipos contrarios a la noción de comodidad.

Interesada en los procesos de producción del vestido, más tarde se aproximó al campo de la arquitectura, el diseño industrial y, si se quiere, la etnografía de género, mediante una propuesta vanguardista de adaptación a los cuerpos.

Precursora de la ropa plisada sin talle ni costuras, las medias de tejido circular y las polleras plegables para apretujar en la mochila, hoy Nanni Strada es uno de los principales referentes de la moldería bidimensional en Occidente. La simplificación total de la indumentaria es una de las claves que define su concepción hogareña del traje, “primer espacio habitable del cuerpo”.

Al presente su trabajo en diseño comprende búsquedas para el tratamiento de nuevos productos, contacto con clientes de la tienda que alguna vez tuvo en Milán y clases en la Domus Academy de la misma ciudad.

Viajó por Afganistán, China, Sudeste Asiático y Japón… ¿Qué aprendió en estos países en relación al diseño?

Mis viajes fueron, más que nada, viajes mentales. En todo Oriente hay una forma de abstracción del cuerpo que me interesa mucho. El traje es algo bidimensional, el cuerpo no se representa. Pero el país con el que más me identifiqué a nivel creativo fue Japón. Me sentí muy cerca de la sensibilidad, el tacto y el diseño de su cultura. Fue un amor muy grande para mí. El traje oriental está basado en una geometría de gran simplicidad. Investigué y descubrí que todos estos trajes tenían poco que ver con el traje occidental de sastrería, que más bien operaba sobre un cuerpo de mujer ideal, subordinado a determinadas medidas del “éxito”: mujer sexy, mujer sofisticada, mujer sexual… Esta creación de una tipología única de mujer a mí no me interesaba. Lo que me atraía era la búsqueda de nuevos materiales y nuevos métodos de producción. Hacia adentro, también quería modificar todo lo que había en el mercado, que era muy conservador.

¿Y en Japón esto no era así?

Por el contrario, el femenino japonés acompaña la cultura japonesa, que tiende a la abstracción y la geometría. Y si bien en el comportamiento social de la mujer todavía queda un modo de ser muy ‘femenino’, lo hace en un sentido tradicional. Lo que me interesa rescatar allí son los temas del diseño y la creatividad. Para mí la mujer es una persona. El motivo de lo femenino es secundario. Nunca hice trajes femeninos. Hice trajes en los cuales las mujeres se encontraban bien porque se sentían libres. Nunca utilicé la decoración, prefiero los colores plenos.

¿Cómo fue el inicio de su carrera profesional?

Mi primer gran colección la hice en el ‘71 junto a Max Mara, uno de las marcas más importantes de sobretodos a nivel industrial en Italia. Con ella revolucionamos el diseño de esta pieza, innovando sobre todo en el proceso de producción. Tuvimos un éxito enorme, introdujimos un idioma nuevo. Incluso nos publicaron en revistas de arquitectura. Tres años después me invitaron a una exposición en la Triennale di Milano. Allí participé con el proyecto “El manto y la piel”, por el que luego recibí el Premio Compasso d’ Oro. A través de este proyecto esclarecí mi visión de cómo vestir gente, partiendo siempre de la premisa de la confortabilidad. Para ello investigué la industria de medias, cuya técnica para la producción de tejidos era de lo más avanzada. Hice cosas muy creativas, anteponiendo siempre el principio del indumento elástico, que protege al cuerpo con elegancia pero sin dejarlo en evidencia. Las tendencias tradicionales seguían otra dirección. A partir de allí quedé posicionada entre el diseño industrial y el diseño de indumentaria.

¿Cómo se integra la etnografía a tu teoría del diseño?

Es la base de toda mi inspiración, que tiene un origen muy antiguo. Los trajes que hago nacen del telar: lo que nace del telar no se corta. Se cose y se junta y siempre es bidimensional. Al mismo tiempo, esto que es tan lejano yo lo combino con técnicas muy avanzadas. La evolución de la tecnología me interesa mucho. Mi último proyecto fue el de las costuras tipo soldaduras, realizadas con una máquina de unión del tejido por calor. Los trajes occidentales están hechos en base a una forma humana que cambia con los siglos. Cada siglo presenta una forma nueva, a menudo forzada. Mi visión apunta a superar estos corsés.

Se habla, en relación a su trabajo, de un sentido del color que supera el esquema convencional. ¿En qué consiste este uso innovador del color en sus diseños?

Tengo una atracción muy fuerte por el color. Trabajé siempre con todos los colores. No me limité a una paleta determinada o asociada a un momento determinado del año. En una misma colección incluyo variedades muy amplias, organizadas en serie de acuerdo a las cartas de color de los productos que elijo. Cuando trabajé para Portugal dejé de lado el negro, pero más que nada porque las mujeres de la península ibérica siempre vestían con ese color, que era el de la tradición. Y esto no me gustaba mucho. Pero los tiempos cambiaron, el negro es ahora un color básico, para todas las edades. Yo también lo uso.

Usted es la creadora de la tela plisada “Matrix”, la ropa flexible “Pli-Pla” y la ropa para viajar “Torchon”. ¿Qué puede decir de estas líneas?

A mediados de los ‘80 yo colaboraba con Japón y Portugal y tenía que viajar muchísimo. Al mismo tiempo estaba en contacto con el productor líder de telas de Italia, que hacía unos linos maravillosos. El lino es la fibra que más se arruga. Es una tela muy enérgica y yo elegí respetar eso. El arrugado me pareció que era la solución ideal. El resultado estético fue muy fuerte. Con esta superficie que no sufría la compresión desarrollé la idea del doblado-arrugado-plisado, que es ideal para los viajes. Se trata de prendas que incluso pueden llevarse en una cartera. Este concepto del traje de viaje fue evolucionando y llegué a hacer tejidos que tienen una elasticidad y una textura únicas en el mercado.

¿Cómo ve hoy el tema del uso, la función y la transportabilidad de la indumentaria en relación con la problemática de la sustentabilidad?

Es un problema muy grande, que afecta mucho a la sociedad. Lo más crítico es la producción masiva de productos en países que no tienen una regulatoria laboral y hacen trabajar a la gente en condiciones muy malas o penalizables. China es un caso. En los países avanzados la producción industrial tiene un control. Para el teñido de los tejidos hay que depurar las aguas, por ejemplo. Lo que se hace por fuera del mercado controlado supone un riesgo importante. Y si bien en Europa la penalización es muy fuerte, ahora se está destruyendo todo. Las grandes empresas tercerizaron su manufactura, se fueron para Extremo Oriente y disminuyeron el nivel de la producción de tejidos y costuras.

¿Cuál es la propuesta del taller que va a dictar en la UNSAM? ¿Qué expectativas tiene?

Voy a llevar un tema específico sobre el cual los participantes van a tener que investigar. Mi idea es trabajar con la improvisación y el factor sorpresa, porque estimulan la creatividad. Al mismo tiempo pretendo que podamos profundizar en el desarrollo conceptual del producto. En este sentido soy muy exigente, aunque no deseo que vengan preparados. Quiero que el trabajo lo hagan conmigo. Y si bien nunca trabajé en Argentina, sí tengo experiencia con jóvenes de todo el mundo. Soy bastante empática con la gente en general y creo que con los talleristas argentinos nos vamos a entender muy bien.

 

Workshop UNSAM + 6D: http://www.unsam.edu.ar/unsam6d/

 

Nota actualizada el 16 de septiembre de 2016

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