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Jacques Revel: “Todas las sociedades tienen cadáveres en el placard”

El especialista en historiografía y director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS) visitó el Instituto de Investigaciones del Patrimonio Cultural, para dictar un curso sobre Historia y Memoria.

Por Paula Bistagnino – Fotos: Alfredo Srur. Equipo de Comunicación UNSAM.

 

El divorcio comenzó en la Grecia Antigua, cuando el nacimiento de la Historia pretendió eliminar la memoria oral. El iluminismo se olvidó del pasado bajo la fe en el progreso y el futuro. A principios del siglo XX, la aspiración de ser una ciencia tan exacta como las naturales significó el entierro definitivo de todo aquello que no era certero, conveniente y unívoco. Hoy la historiografia asume el reto de recuperar el testimonio individual y colectivo como parte fundamental de la cultura e identidad de una sociedad. En palabras del doctor Jacques Revel: “El presente siente el deber de la memoria”.

En el barrio de Barracas, rodeados de los atriles, obras de arte y mesas de trabajo en las que se hacen las restauraciones del Taller Tarea, unos cincuenta historiadores, en su mayoría del arte y el patrimonio, escucharon la exposición magistral del director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS). El curso, titulado Historia y Memoria, es una actividad del Programa Historia, Memoria y Patrimonio, a cargo del doctor Fernando Devoto, consultor del Centro Tarea, que funciona dentro del Instituto de Investigaciones sobre Patrimonio Cultural (IIPC-UNSAM).

En la primera jornada del curso –que se dictó el 13 y 14 de septiembre-, el historiador recorrió la genealogía del enfrentamiento entre historia y memoria. “Durante siglos la memoria era un no tema. Realmente no le interesaba a nadie y se podía hacer historia sin preocuparse por ella. Pero a partir de los años ’80 ha tenido un regreso espectacular: no sólo entre mis colegas sino en sectores y discursos mucho más vastos que el nuestro”, dijo Revel. Para el académico, este es un hecho que se da como un fenómeno, en casi todos los países y más allá de las diferencias y avatares particulares: “En Argentina, como en muchos países donde el pasado fue negado, esta recuperación toma la forma de una reparación. Pero no sólo acá, porque en realidad todas las sociedades tienen cadáveres en el placard”.

La vuelta de la memoria al centro de la escena en la última generación tiene que ver, según Revel, con que el discurso histórico entró en crisis junto con el paradigma del progreso. “Dejamos de creer en los grandes relatos que nos decían cómo y hacia dónde íbamos. Y entonces la memoria vino a compensar este debilitamiento”. Pero además, en ese mismo proceso, la globalización y la multiculturalidad de la mayoría de las sociedades actuales le sacó a la historia la capacidad que tenía de unir a pueblos o naciones alrededor de una historia en común. “Entonces ahí aparece la memoria. Pero ya no como una memoria unitaria transmitida de generación en generación y común, sino que hoy la memoria se presenta como estallada, porque hay muchos y diversos sectores y culturas que demandan su lugar”.

Es así que la memoria aparece en el presente como un deber. “Estamos en deuda con todos los temas que no hemos tratado y ese es un problema grande. Tenemos que preguntarnos qué hacer”, planteó Revel. Y rechazó las dos respuestas simétricas más sencillas frente a este desafío: seguir haciendo lo que hizo la historia hasta ahora o, a la inversa, abandonar la disciplina para responder a las demandas memoriales. “Ninguna sirve. Entre esos dos extremos hay que buscar soluciones intermedias”, dijo. Y cerró: “Es un desafío grande. Y estaremos comprometidos en este proceso por mucho tiempo”.

 

 

Nota actualizada el 14 de septiembre de 2012

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